Por
Tere Ubillús
Publicado en el Semanario
"Hora Cero"
(Del 17 al 23 de julio)
Les cuento que quedé deslumbrada al ver a dos jóvenes estrellas del arte musical mundial. Uno de ellos, el reconocido tenor peruano Juan Diego Flórez, mis respetos ante su magnífica y prodigiosa voz; el otro destacado artista, nada menos que el director más joven de Orquestas Sinfónicas del mundo, el venezolano Gustavo Dudamel, eminente orgullo cultural de su país. Los vi en un programa de televisión, de un canal que suele ver mi padre –como ya saben él también es un maestro de la música, ex primer trompeta de la Orquesta Sinfónica Nacional, Felipe Ubillús-. Mientras veía la obra que dirigía Dudamel, el Danzón N°2, hermosa melodía, de origen cubano, pero su autor es el mexicano Arturo Márquez, quien dedicó la obra a su hija (leyendo un poco de historia de esta romántica y hasta apasionada versión musical, me quedé maravillada, por el contenido musical e histórico.) Como cosa curiosa, una de mis hijas se mostró sorprendida que estuviera viendo la tele. Le dije que no me pude sucumbir ante tan espectacular acontecimiento musical con tremenda orquesta: la Filarmónica de Los Ángeles, de Estados Unidos y dirigida por Gustavo Dudamel, de quien me impresionó su fuerza y entrega interpretativa como director de tan reconocida obra musical. Al terminar tan brillante e impecable dirección musical y retirarse del pódium regresó junto con él, Juan Diego Flórez, quien cantó Granada y luego la Donna Mobile, dos clásicos de la opera mundial. ¡Qué maravilla! Ambos talentosos, virtuosos -diría yo y muchos expertos en este género musical- fueron aplaudidos y ovacionados en tremendo teatro -lleno total-, que me dejó como reflexión: “como el arte, la música -en este caso- une países y, por ende a la gente, como son: el cantante peruano, el director venezolano y los integrantes de la orquesta estadounidense, que por lo general suelen ser de otras naciones. Es decir, la música no mide razas, ni mucho menos, condiciones sociales. También me emocionó, sobre manera, mientras miraba tremendo acontecimiento musical, que entre el público, una señora mostraba una bandera que tenía unidas la de Perú y Venezuela. Con esto solo queda decir que la música es: Paz y Unión. Viva el Perú, Viva Venezuela, Viva la Paz y la Unión. Olvidemos las guerras, problemas limítrofes y otros conflictos, cuando hay tanto que inculcar a nuestros hijos en cuestión de Educación y, sobre todo, en Cultura. Los niños que crecen en este mundo cultural son personas muy correctas, es decir: EDUCADAS Y MUY RESPETUOSAS. Lo digo con conocimiento de causa. Ejemplos: mi padre, mis hijas y mi sobrino (otro prometedor gran trompetista peruano: Rudy Ubillús, quienes pasaron por las aulas del tan ansiado Conservatorio Nacional de Música.
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