De nada sirve
quejarse, ni sentirse derrotados, por no decir fracasados, ni muchos menos ser
víctimas. Caminando por una concurrida avenida vi el titular de un libro, que
decía: “El mundo es tuyo, el conquistarlo está en tus manos”. Interesante,
pensé. Tengo que confesar que soy una asidua lectora de libros de motivación
personal y, sinceramente, desde que aplico los pensamientos positivos y, sobre
todo, encomendándome a Dios, todo me va bien.
Esta columna me permite
darles una serie de recomendaciones y consejos para que logren sus metas, tanto
personales, como profesionales. La clave del éxito está en ser buenos, darlo
todo por el todo a las personas que sin ser tu familia puedas brindarle una
ayuda desinteresada.
Con el corre corre
del día a día, la gente se olvida de los modales, de la buena educación,
entonces vemos personas de muy mal humor, que si pudieran desaparecerte con la
mirada de rayos x, lo harían. Es cierto, como me comentó, alguien por ahí: “Se
sienten las malas vibras del ser humano”. Uf, pensé: “Nadie se salva de los
sentimientos externos tampoco”.
Mientras realizaba
la fila en Essalud para recoger los remedios para mi madre, observaba a la gente
y pensaba: “Nada de esto es gratis, ni para los que vienen por sus medicinas y,
mucho menos, para los que trabajan ahí; porque para eso se les paga un sueldo”.
Entonces por qué el trato es hostil e indolente ante personas muy humildes y,
muchos de ellos de avanzada edad, que suelen ir acompañados.
Fue el caso de una
joven que se incluyó en la fila de trato preferencial y, de inmediato le
pidieron que se retire. Al ver eso, me acerqué al agente que hizo tal acción y
le dije que la señorita venía con una señora mayor, que no podía estar parada,
por lo que la tenía que esperar sentada, mientras ella solicitaba la medicina.
Este agente de seguridad pidió que la ancianita se pusiera en la fila. Le dije:
¿Cómo se le ocurre que la señora esté parada? Por eso viene con la señorita, le
expresé. El hombre se molestó por la observación hecha de mi parte, pero creo
que se tiene que ser justos, más que inteligentes. Luego que pasó eso recién el
resto de las personas comentaban lo ocurrido.
Lo mismo sucede en
las combis y ómnibus, con los conductores que manejan sin recordar que tienen “familia que los esperan en casa”. Sin
embargo, uno les dice algo y los otros pasajeros están mudos. No hay conciencia del buen trato, la buena
educación, que no cuesta, porque eso sí
es gratis.
Entonces amigas y amigos iniciemos desde hoy a aplicar la
buena educación, a despertarse y agradecer a Dios por un maravilloso día más de
vida e, inmediatamente, mentalice que todo saldrá bien, tanto en el trabajo,
como en el hogar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario